Sunday, February 13, 2011

Siente

Me preguntan que por qué no leo los periódicos, o veo las noticias. Y es tal la extrañeza y el ímpetu de la reacción de los otros que más que una quisicosa a mí casi me suena a insulto. !Cómo es posible tamaña desfachatez, tal desafío al status quo y al sistema que perpetua la identidad individual y colectiva!. Al principio el más sorprendido era yo porque enseguida me etiquetaban de raro, revolucionario, o en el mejor de los casos, el típico “absent-minded profesor”; el profesor envuelto en su arcano mundo académico. Inmediatamente y en proceso inverso, “los otros” se quedan meditabundos e irremediablemente confusos. Parece como si jamás se hubieran imaginado la vida sin imágenes, sin voces cebando el cerebro, sin noticias, sin productos, sin los sueños prefabricados por otros para no tener que pensar. O pensar "sí", para creer lo que otros quieren que pensemos, votemos y compremos convirtiendo los días y noches en momentos de in-comunicación, de silencios o batallas, de risas o discusiones tele-dirigidas.

Y veo la televisión y leo los periódicos en algún momento, como ayer cuando viajaba en un tren de cercanías. Además de la inexcusable actualidad política a lo largo de varias páginas, incluía con gran detalle la noticia de dos famosos artistas en un festival de cine veraniego, así como los apuros de un deportista famoso en las rondas clasificatorias de un importante torneo. Uff!!! Si le eliminan, eso sí que sería una tragedia y nos echaría a perder el día, o quizá algo más inconfesable.

Pero también leí la noticia de un asesino condenado a muerte por haber abusado sexualmente de un niño y una niña de 8 y 6 años, tras haber asesinado a sus padres y a un hermano mayor. Este desquiciado había grabado en video la irracional tortura de los dos niños, incluyendo su ahorcamiento y muerte. Leí esta noticia aterradora en un periódico de tirada nacional y parecía dar por sentado que la condena a muerte de tal individuo estuviera justificada. Ese ya no va a molestar más; asunto zanjado con la pena capital. Pasemos página para vivir asuntos más importantes de famosos y políticos, mientras soñamos despiertos y vivimos dormidos.

Tuve que dejar de leer para pensar, para tratar de entender tal barbarie, para detener la rabia y la impotencia en mi interior. Y yo no podía dejar de pensar en el presente de la pobre niña de 6 años, única superviviente y testigo de tal impensable acto de crueldad. Así, todo muy pequeño, como para no molestar demasiado a nadie, en una esquina del periódico. Este asunto era noticia solo porque se había condenado a muerte al asesino, pero no para hacernos reflexionar sobre la locura y la violencia que nos rodea y de cómo poder evitarla. Como si bastara con quitar a tal energúmeno de la circulación para borrar de un plumazo todo el problema de la marginalidad, las enfermedades mentales y la violencia social y sus secuelas.

Las noticias deberían ayudarnos a pensar, a enseñarnos a crear y a creer en un mundo de tolerancia y de diálogo. La comunicación no tiene otra función que movernos a actuar, a aprender, a ser más sabios y más humanos. Claro, es entonces cuando me planteo qué significado tiene la palabra ser humano cuando solo se ven rebaños de ciegos guiados por los intereses de moda. Y para tampoco asustar a nadie, yo también me declaro ciego pero orgulloso de que mi ceguedad es la que realmente me permite ver donde vivo.