Sunday, August 3, 2008

Sailing on the Long Island Sound one misty summer morning, this powerful piece of ingeneering came to escort me in my search of you.

And no, it was not yellow!!!

Saturday, August 2, 2008

Party Pooper © 2008

Finalmente he podido ver la película que llevaba varios días languideciendo en mi laptop. Se llama “Freedom Writers” y está ambientada en los mayores disturbios y conflictos raciales que ocurrieron en Los Angeles en los años 90. ¿Quién no se acuerda de la paliza televisada que recibió Rodney King? Al estilo de la clásica “Stand and Deliver”, una maestra se enfrenta a todo el “establishment” de la enseñanza escolar y con sus métodos de escuchar, testimoniar y publicar las experiencias de estos chicos consigue que superen sus prejuicios raciales y formen una gran familia escapando de la violencia callejera.
Todo esto me resultó muy conmovedor. Me pasé más de media película con las lágrimas cayéndome incesamente cual cascada de bosque lluvioso. Nada más terminar, recibí una llamada de una amiga maestra de escuela y le comenté el efecto que me había producido la película. A lo cual me respondió: “la verdad que estoy harta de esas películas de maestros-héroes que van a resolver los problemas de la educación y de la sociedad en vez de confiar en el sistema educativo.” Tiene su punto de razón, pero como dicen las prácticas contemplativas, el cambio que deseamos en nuestras vidas, en nuestro mundo, empieza con cada uno de nuestros pensamientos, de nuestras palabras y de nuestros actos. Por muy pequeño que sea lo que logremos, contribuirá al deseo de otros que, como nosotros, sueñan con un mundo mejor.
Olvidé decir que soy profesor también y además de contenidos, me esfuerzo en inculcar en mis estudiantes un espíritu de colaboración, de agradecimiento, y de humildad. No voy a desviarme de ese camino aunque algunos me quieran aguar la fiesta.

Maravillas de la tecnología.© 2008

Finalizada una conferencia sobre Web 2.0 en Boston, decidí tomar el autobús de regreso a Nueva York. Los autobuses no han sido un medio de transporte muy popular en los Estados Unidos hasta que la subida de los precios del petróleo les ha dado una nueva popularidad. Es una especia de salto a la fama pero de rebote. En inglés, le dicen los “quince minutos de gloria.” En los pocos autobuses en los que subí durante los 21 años que llevo viviendo en este país, normalmente se les notaba gran descuido en la higiene y la limpieza, así como la comodidad de los mismos. Pero el anuncio de este moderno autobús del siglo XXI prometía algo espectacular, conexión a Internet sin cables, enchufe eléctrico para que no se acabe la batería al laptop, nuevos y cómodos autobuses y todo por un precio inferior al de una comida. Era una oferta irresistible de experimentar el presente del viaje colectivo del siglo XXI. Efectivamente, cuando monté en el autobus estaba lleno de jóvenes, en su mayoría universitarios, todos armados con su laptop y su Ipod y encantados todos de tener acceso al Internet. Era verdad todo lo que anunciaban. Aún antes de iniciar el viaje, ya había respondido a tres correos, había actualizado mi página de Facebook, y le había transmitido varios documentos a mis colegas de la universidad. Con suerte, hasta tendría tiempo para ver una película, que era lo que con suerte ocurría en los autobuses del siglo pasado. Pero no llegué a verla. Ni el autobús la mostró en su pantalla, ni yo llegué a ver el DVD que tenía preparado en mi laptop. De repente me acorde de esa milagrosa página web que retransmite competiciones deportivas y me pasé gran parte del viaje mirando en directo un partido de tenis de Roger Federer. Por un momento, pensé que más que en un autobús estaba viajando en una nube camino de mi Nirvana tecnológico.
Y de repente me desperté de mi sueño, tenía la necesidad de ir al baño. En el parabrisas delantero del autobús había un cartel bilingüe que decía: “This bus is equiped with a lavatory...”, y debajo la consabida traducción en español: “Este autobús está equipado con lavoratorio...” ¿una clase rodante para estudiante de química? Pero, claro, es que los laboratorios con V ya no son lo que eran, y éste lo único que tenía era un depósito de condensación de residuos.

Cosas que me quiebran el alma. © 2008

Acabo de ver un reportaje de un programa que se llama “Outdoors” (más o menos traducido como “Al aire libre”) y que lo pasan por una canal dedicado a los deportes exclusivamente. En este programa, se ve a un señor de mediana edad, bien orondo, con su traje camuflaje de último modelo. El traje está nuevito y sin arrugas, le queda muy bien. No se distingue el logotipo de una casa de ropa que posiblemente promociona el evento. Lleva un arco y flechas para cazar animales de gran tamaño. Se le ve muy orgulloso, con el ego erecto, el símbolo del macho, persiguiendo a un robusto, tristemente bello ejemplar de hipopótamo a lo largo de un río africano. El hombre retransmite en directo lo que va a resultar en su hazaña olímpica, rodeado por un grupo de más de veinte nativos, sin incluir a los cámaras, fotógrafos y demás personal de asistencia. Sí, créanlo, este héroe rodeado de un séquito de guerreros, un esperpento del David bíblico, nos quiere hacer pensar que siente amenazado por tal bestia de tiempos remotos.
Continua la farsa, susurrando las palabras para que no les escuche el animal. Vivimos el evento en directo, este ser especial, maravilloso ejemplar de “homo sapiens”, a punto de desvelar el misterio de la vida y la muerte. El drama está alcanzando su clímax mientras la comparsa de nativos con la mente fija en la generosa propina que les va a generar esta “empresa.” Y vuelve la imagen a nuestro protagonista, ensimismado, se le ve como se le cae la baba mientras tensa la flecha en su arco.... , quiere que le conozcamos, que admiremos su valentía, su fuerza, su destreza, su inteligencia. Le llegamos a conocer por su nombre, no quiere que lo olvidemos, es parte de su currículum que le ayudará a entra en el club de los privilegiados. En este momento tengo que apagar la televisión. No soy capaz de soportar tanta bestialidad.
Resuelto el evento, nuestro hipopótamo no es más que una masa de carne en la orilla del río. Le han puesto unos palos en su descomunal bocaza para mantenérsela abierta y que resulte todavía amenazador con sus enormes colmillos ante las cámaras. Ahora no es más que un triste recuerdo, el cadáver de algo que fue en su día maravilla de la naturaleza.
Enorme, satisfecho, posorgásmico, nuestro héroe declara, casi por obligación ante el respetable público, que esa carne dará de comer a los nativos de la zona por unas semanas. ¡¡¡Qué ceguedad la mía!!! Si es que además nos pide que le estemos agradecidos ante tanta muestra de generosidad humana. Pero no nos engaña. Al final cabalgando en el ego aterrador del egoísta ególatra, nuestro héroe convertido en ángel exterminador confiesa: “Este es el número 3 de los 7 grandes de Africa.” Todavía le queda cuerda para un rato. A veces, Dios, tengo que armarme de toda mi paciencia espartana para llegar a apreciar que existe la belleza en la diferencia y en la diversidad de mis congéneres. De otra manera, no me sorprende que a algunos les dé por agarrar una metralleta o una bomba y acabar con tanto sinsentido.